Diversas hipótesis aseguran que el uso de fármacos antidepresivos para el tratamiento de niños y jóvenes es un factor que incide en la elevación del riesgo en los pensamientos y actos suicidas durante los primeros 6 meses de su administración. Mientras que otros supuestos refieren que no hay relación en los aumentos de las tasas de suicidios con el uso de los ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina), generando controversias que aún no han sido completamente aclaradas y que requieren de mayores investigaciones.
Las investigaciones científicas sugieren que los medicamentos antidepresivos constituyen un factor de riesgo para niños y jóvenes hasta los 24 años de cometer suicidio. Dicho resultado se obtuvo en estudios de un lapso de 8 semanas mientras que otros estudios postulan que el aumento en la tasa de suicidios ocurre durante los primeros 6 meses del tratamiento con los ISRS.
Posteriormente a estos estudios surgieron hallazgos que niegan que los antidepresivos originen este incremento de autolisis, descartando toda relación de estos hechos de suicidios con la terapéutica administrada por profesionales de la salud mental.
Estas discrepancias han generado contradicciones en torno al tratamiento de los pacientes depresivos y una advertencia por parte de la FDA en la que informa un aumento del riesgo en la ideación y actos de suicidio en niños y jóvenes hasta los 25 años.
El estudio del suicidio se relaciona en gran medida a un trastorno del comportamiento en el que influyen factores psicopatológicos, biológicos y sociales que producen en la edad infanto-juvenil las ideaciones y suicidios.
Un gran porcentaje de las autolisis se asocian con un trastorno mental, siendo este el principal elemento determinante en adolescentes en un 90 a 94%, los cuales previo a la muerte no estaban recibiendo medicamentos antidepresivos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud el suicidio representa la quinta causa de muerte entre los 5 y 14 años y la tercera entre los 15 y los 24 años. Los pensamientos e intentos suicidas tienen una elevada prevalencia entre los adolescentes de entre 15 a 19 años, de los cuales anualmente el 19% tiene ideación y el 9% intento de autolisis.
Asimismo, la tasa de autólisis en jóvenes se ha incrementado un 60% en los últimos 45 años, sin importar la procedencia, reportándose casos en numerosos países a nivel mundial dentro de este grupo etario, específicamente en el sexo masculino.
La autólisis en jóvenes es de causa multifactorial, por lo que no es posible identificar un único agente responsable, debido a que en un gran porcentaje de adolescentes se presenta una variedad de patologías psiquiátricas de forma simultánea, lo que aumenta considerablemente el riesgo de suicidios.
El tratamiento con fármacos antidepresivos en niños y adolescentes ha sido objeto de diversos estudios durante los últimos años y ha generado advertencias sobre su uso por parte de la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos) de Estados unidos.
Los estudios señalan que existe una relación entre los ISRS usados para tratar la depresión como la fluoxetina, sertralina, paroxetina, fluvoxamina, citalopram, escitalopram, bupropión, venlafaxina, nefazodona y mirtazapina y el aumento del riesgo de ideación e intento de suicidio en 2 o 3 de cada 100 pacientes.
Sin embargo, no se tomaron en consideración factores como la condición clínica previa del paciente y la actual, interrupción del tratamiento, abuso de sustancias, trastornos de la personalidad, antecedentes de intento de suicidio, patologías psiquiátricas o médicas, entre otros, por lo que los resultados no son lo suficientemente concluyentes.
El elemento clave para predecir un intento de autolisis es el antecedente de intencionalidad suicida, hecho que se atribuye al uso de antidepresivos sin suficiente comprobación. Se ha demostrado que 2 de cada 3 pacientes que han intentado autoeliminación repiten la conducta a través del tiempo y de manera más severa.
Según informes el incremento del riesgo de intencionalidad de suicidio en un periodo de 6 meses de terapia con antidepresivos es de 1 por 1.000 adultos y de 1 por 300 jóvenes. Por lo que no se disponen de datos suficientes para prohibir el uso de los ISRS para el tratamiento de la depresión mayor, puesto que en las investigaciones científicas realizadas por la FDA el seguimiento fue menor a 12 semanas, lo cual imposibilita medir los efectos de los fármacos en el transcurso del tiempo.
Se expone que el uso prolongado de antidepresivos disminuye en gran medida el riesgo de intentos y suicidios. Se compararon a los pacientes con tratamiento de 9 días y el riesgo de muerte por autolisis se elevaba 38 veces más que los llevaban 90 días usando los fármacos en los cuales el peligro se redujo a un número de 2 veces.
Puesto que los enfermos depresivos con pensamientos suicidas mejoran los movimientos espontáneos de su cuerpo durante las primeras semanas del uso de antidepresivos, se encuentran en condiciones de llevar a cabo la autolisis.
Debido a la manifestación de la acatisia asociada con la interrupción precoz del tratamiento con antidepresivos, los pacientes experimentan síntomas de ansiedad, insomnio, intranquilidad generalizada que se presenta durante los primeros 10 a 14 días de la instauración de la terapéutica, lo que hace pensar erróneamente en un agravamiento del cuadro clínico inicial.
Los diagnósticos equivocados del trastorno bipolar como depresión unipolar conllevaron a la administración de monoterapia con antidepresivos, lo cual es perjudicial, ya que debe asociarse con un estabilizador del ánimo. A causa de este manejo inadecuado de la enfermedad se eleva el riesgo de autoeliminación y una respuesta ineficiente al tratamiento.
Pacientes jóvenes en los que la terapéutica no generó los efectos esperados ocasionando resistencia a los fármacos antidepresivos.
Las advertencias en la regulación de los medicamentos antidepresivos por parte de la FDA no son concluyentes, puesto que los hallazgos no tienen una diferencia significativa en las estadísticas entre el uso del tratamiento por sobre el placebo, ya que las investigaciones se realizaron durante unas pocas semanas, limitando la observación de los efectos de los fármacos a lo largo del tiempo.
Los estudios afirman que sólo en 2 de cada 100 jóvenes se observa un aumento del riesgo de autoeliminación, lo que imposibilita atribuir la responsabilidad exclusiva al uso de antidepresivos en el incremento de las cifras, las cuales no se comparan con lo que pasaría si estos pacientes con depresión no recibieran tratamiento, pues, las ideaciones y los suicidios son síntomas que acompañan en gran medida al trastorno depresivo.
Por otro lado, las investigaciones demostraron que cuanto mayor es el tiempo que se recibe el tratamiento, menor es el peligro de muerte por suicidio, explicando así que la mayoría de los niños y adolescentes que comete autoeliminación no recibió fármacos antidepresivos y que un gran porcentaje de ellos obtuvo atención médica sólo un mes antes de la muerte.
Situación que no establece una clara conexión entre el incremento del riesgo autolítico y el uso de fármacos antidepresivos, dejando a criterio del médico especialista su indicación junto con una estrecha vigilancia del paciente.
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